Es fundamental mantenerse saludable y por ende, fortalecer el sistema inmune, para que nos pueda defender de los microbios, que son los que causan enfermedad. Y es que, hoy en día, con nuestros hábitos y estilo de vida, podemos provocar que nuestro sistema de defensa se debilite.
En todo momento se está en contacto con diferentes microorganismos, como son las bacterias, los virus, los hongos y sus toxinas, y aquellos que pueden causar enfermedad se denominan patógenos. El problema es cuando entran al cuerpo teniendo un sistema inmune débil, que es cuando los agentes patógenos tienen su oportunidad para reproducirse y causar enfermedad e incluso hasta la muerte.
El sistema inmune es una compleja red de órganos, tejidos, diferentes tipos de células y proteínas, todos con funciones específicas y coordinadas, que en conjunto nos defienden de cualquier microorganismo patógeno para que no causen enfermedad.
Componente de defensa
El primer componente de defensa es la piel y diversas secreciones, como las lágrimas, la saliva y el sudor. Estas, además de que funcionan como una barrera física, también contienen enzimas y un pH ácido, que sirven para eliminar los microorganismos patógenos.
Para cuando estos logran entrar al cuerpo por medio de alimentos, bebidas u objetos sucios, pueden ser eliminados por los ácidos del estómago. Pero si el patógeno es más resistente y logra sobrevivir, comenzará a reproducirse, provocando enfermedad. Y es aquí cuando entran en acción unas células llamadas fagocitos, que tienen la función de comerse toda partícula extraña que haya entrado al cuerpo, y así, comiéndose todo eso extraño nos están protegiendo.
En el caso de los virus, estos para poder reproducirse y replicarse, invaden y se introducen en las células sanas. Toman sus componentes y los utilizan para replicarse. Es aquí donde los fagocitos ya no pueden comérselos, porque dentro de las células no están a su alcance. En estos casos, hay otras células llamadas NK, asesinas naturales que buscan células infectadas con virus para eliminarlas por medio de proteínas llamadas perforinas, que van a ocasionar la muerte de estas células infectadas con los virus.
Cuando los fagocitos y las células NK no han podido controlar al agente patógeno, es cuando intervienen otras células llamada linfocitos T y B. En este sentido, los B tienen la función principal de producir anticuerpos, que son unas proteínas en forma de letra Y. Estos anticuerpos se van a pegar a los patógenos para inmovilizarlos, y de esta manera, eliminarlos.
Por su parte, los linfocitos T también matan células infectadas con perforinas, pero son mucho más efectivos que las células NK asesinas. Cuando todo este “ejército” de células elimina al agente patógeno en las células T y B, se vuelven células de memoria, es decir, son capaces de recordar cómo eliminar a este patógeno, cuando nuevamente se encuentra en el cuerpo.
De esta manera generalizada se puede entender cómo el sistema inmune nos defiende de los agentes patógenos. El problema se presenta cuando las células de defensa se encuentran débiles, no son el número suficiente o no pueden producir perforinas y anticuerpos de forma efectiva. Es decir, que se tiene el sistema inmune debilitado y el gran riesgo es que cualquier agente patógeno que ingrese al cuerpo tiene la oportunidad de reproducirse y hacer mucho daño a las células, por lo que se presentan enfermedades.
¿Cómo saber que tiene las defensas bajas?
Si presenta repetidamente infecciones o resfriados que duran más de lo normal, demoran en curarse o se agravan con el pasar de los días. También si presenta fiebre, cansancio más de lo habitual, diarreas frecuentes, náuseas, vómitos, ojos secos y alergias, es posible que presente problemas del sistema inmune débil.
Es importante que de tener alguno, o todos, estos síntomas, consulte al médico para que determine con mayor seguridad qué tipo de infección o enfermedad pueda estar padeciendo. Es fundamental que le pueda diagnosticar e indicar el tratamiento médico adecuado.
Recomendaciones a tomar en cuenta
Por todo lo expuesto anteriormente, es clave prevenir enfermedades y lo puede lograr fortaleciendo su sistema inmune y mantenerse más saludable. Para esto puede hacer varios cambios en su estilo de vida.
La alimentación
La primera y una de las más importantes recomendaciones, debido a que los nutrientes que se obtienen a través de los alimentos cumplen un papel muy importante en el desarrollo y buen estado del sistema inmune. En el caso de presentar un déficit o falta de algún nutriente, este sistema verá disminuida su capacidad de defenderlo. Lo mejor de todo es que puede encontrar los nutrientes en una amplia variedad de alimentos naturales, que pueden ayudar a fortalecer la línea de defensa del organismo.
En la dieta se debe incluir verduras de hoja verde, como espinacas, acelgas, lechuga, así como también ajo, cebolla, orégano y cúrcuma. Consumir alimentos ricos en vitamina A y betacarotenos, como camote (batata), auyama (calabaza o zapallo), zanahoria y papaya (lechosa).
También alimentos con vitamina C, principalmente los cítricos como naranja, limón, mandarina, fresas, arándanos y kiwi. Aparte, brócoli, al cachotas, pimientos. El zinc es clave para el sistema de defensas y se puede encontrar en semillas de calabaza, en los frutos secos y menestras, que es un guiso típico con verduras variadas y que puede incluir lentejas, frijol, guisantes y garbanzos.
Toda esta variedad de verduras, legumbres, granos y frutas, aportan al cuerpo alimentos ricos en fibra, un componente muy importante que interviene en la función del sistema inmune, promoviendo el crecimiento de la flora bacteriana buena. Es decir, bacterias que mantienen un equilibrio en el intestino, entre bacterias buenas y dañinas.
Y lo más importante es que se debe evitar el consumo excesivo de azúcar y la comida procesada, como empacados, enlatados, comida rápida, frituras, etcétera. Estos productos no aportan nutrientes y por el contrario, al consumirlos en exceso, tienen un efecto negativo en el cuerpo, causando ciertos tipos de inflamación, lo que ocasiona que el sistema inmune se debilite.
Dormir bien
La segunda recomendación para fortalecer las defensas es dormir adecuadamente. El papel del sueño es fundamental para que el sistema inmune funcione correctamente. Sucede que, al tener privación del sueño, el cuerpo no tiene oportunidad de realizar funciones de regeneración celular. Las células que combaten a los agentes patógenos como los linfocitos T, los monocitos y las células asesinas NK, no se regeneran, se debilitan y disminuyen.
Además de que se ve afectada la memoria inmunológica, que es la capacidad del organismo de defenderlo ante una infección futura, y las funciones antiinflamatorias disminuyen causando menos control en los procesos inflamatorios.
Por otro lado, no sólo se trata de dormir las horas correctas, también de respetar el horario del ritmo circadiano, ya que el ritmo de secreción de hormonas, como, por ejemplo, el cortisol y la adrenalina, desciende en la noche y esto favorece que se puedan realizar diferentes actividades del sistema inmune. Por lo tanto, se debe dormir lo suficiente y en horarios establecidos para reforzar el sistema de defensas.
Hacer ejercicio regularmente
Este es otro consejo. Aunque el ejercicio intenso prolongado puede suprimir el sistema inmune, el ejercicio moderado puede fortalecerlo, porque provoca cambios en la producción de leucocitos y anticuerpos, que son unas proteínas en forma de letra y que neutralizan las bacterias y distintos tipos de agentes externos.
También con los ejercicios, estos anticuerpos y leucocitos circulan más rápidamente, así que pueden detectar y combatir enfermedades más rápida y efectivamente. Además, la temperatura del cuerpo aumenta mientras se realizan ejercicios y esto puede evitar el crecimiento bacteriano. Esta elevación de la temperatura puede ayudar al cuerpo a combatir mejor una infección con un resultado similar a lo que sucede como cuando se tiene fiebre.
Entre los ejercicios de tipo moderado están: caminar a paso ligero, andar en bicicleta, trotar, nadar y hacer senderismo suave. La mayoría de las personas deben intentar hacer al menos 150 minutos de ejercicio moderado a la semana. Esta práctica también ayuda con el control del estrés, que en situaciones de ser continúo, también puede provocar que el sistema inmune se debilite.
No al cigarrillo
Otro factor importante para cuidar el sistema inmune es evitar fumar. El tabaquismo tiene impacto negativo en la inmunidad por diversas sustancias que contiene. Esto incluye a los cigarrillos electrónicos. Estos alteran y afectan directamente a la red de células del sistema inmune, como lo son los fagocitos, linfocitos T y B y las células asesinas NK. Fumar daña las células epiteliales, que tienen funciones importantes de protección.
Es por esto de la importancia de no fumar. Ahora bien, en el caso de ser un fumador crónico, busque ayuda para erradicar este hábito, que no sólo afecta al sistema inmune, sino que deteriora enormemente a la salud.
Tenga presente siempre que un sistema inmune fuerte lo protegerá de muchos microorganismos patógenos y evitará que se enferme por este motivo.
A manera de conclusión, trate de cambiar su estilo de vida, coma sanamente, haga ejercicios, duerma lo suficiente y evite malos hábitos como el fumar. Recuerde que cuidar su salud es una de las mejores cosas que puede hacer, pues esto le ayudará a tener una vida larga y saludable.