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Manejo eficaz de antieméticos en náuseas y vómitos por gastroenteritis

La gastroenteritis es una inflamación del tracto gastrointestinal que se presenta comúnmente con náuseas, vómitos, diarrea y malestar abdominal. Aunque suele ser una enfermedad autolimitada, los vómitos intensos o frecuentes pueden dificultar la hidratación adecuada, lo que puede llevar a complicaciones, especialmente en niños, adultos mayores o personas con enfermedades crónicas.

El uso de medicamentos antieméticos, aquellos que ayudan a controlar las náuseas y los vómitos, puede ser una herramienta útil para mejorar la tolerancia a los líquidos y facilitar una recuperación más rápida. Sin embargo, su administración debe ser considerada con precaución, de acuerdo con las características del paciente y la evolución del cuadro clínico.

¿Qué son los antieméticos y por qué se usan en gastroenteritis?

Los antieméticos son fármacos que actúan sobre el sistema nervioso para bloquear los estímulos que provocan náuseas y vómitos. Dependiendo de su mecanismo de acción, pueden interferir con receptores en el cerebro o en el sistema digestivo que participan en el reflejo del vómito. Su uso tiene como objetivo principal aliviar los síntomas y permitir que la persona tolere líquidos y alimentos, elementos esenciales para una recuperación eficaz.

En el contexto de la gastroenteritis, estos medicamentos pueden marcar una diferencia importante. Cuando el vómito impide la hidratación, los antieméticos ayudan a controlar los episodios y facilitan la rehidratación oral, que es la base del tratamiento. Si bien no curan la causa de la gastroenteritis, permiten manejar mejor los síntomas y evitar complicaciones, como la deshidratación severa o la necesidad de hospitalización.

Principales tipos de antieméticos utilizados

Existen distintos grupos de medicamentos antieméticos, cada uno con características específicas. La elección dependerá de factores como la edad del paciente, la intensidad de los síntomas y el entorno en el que se realiza el tratamiento (domicilio, centro de salud, urgencias).

Ondansetrón

El ondansetrón es uno de los antieméticos más utilizados en la actualidad, especialmente en niños. Actúa bloqueando ciertos receptores de serotonina que están involucrados en el reflejo del vómito. Se considera seguro y eficaz para el control de los síntomas, y suele ser bien tolerado. Su principal ventaja es que no causa somnolencia, lo que lo hace más cómodo para el paciente. Se puede administrar por vía oral, lo cual facilita su uso en el hogar.

Metoclopramida y domperidona

Ambos fármacos se utilizan para acelerar el vaciado gástrico y reducir las náuseas. Aunque son eficaces, tienen ciertas limitaciones. En algunos casos pueden causar efectos secundarios neurológicos, especialmente en niños o personas mayores, por lo que su uso debe ser más controlado. Suelen utilizarse más en adultos y en contextos clínicos donde se puede realizar un seguimiento cercano.

Antihistamínicos como dimenhidrinato o meclozina

Estos medicamentos tienen un efecto sedante leve y se utilizan en situaciones en las que las náuseas se acompañan de mareo o malestar general. Aunque no son los más potentes para la gastroenteritis, pueden ser útiles en adultos o adolescentes. Tienen el inconveniente de producir somnolencia, lo que puede limitar su uso en algunas personas.

¿Cuándo considerar el uso de antieméticos?

El empleo de antieméticos no está indicado en todos los casos de gastroenteritis. De hecho, en episodios leves y bien tolerados, lo ideal es permitir que el cuerpo se recupere naturalmente, asegurando una buena hidratación y descanso. Sin embargo, hay situaciones donde estos medicamentos pueden ser especialmente útiles:

  • Cuando los vómitos son tan frecuentes que impiden tomar líquidos.
  • Si existe riesgo de deshidratación o ya hay signos de que se está desarrollando.
  • En pacientes con enfermedades que se agravan con la pérdida de líquidos, como la diabetes.
  • En niños que no toleran la rehidratación oral después de múltiples intentos.

En estos casos, el uso puntual de un antiemético puede ayudar a controlar los síntomas, iniciar la hidratación de forma más efectiva y evitar complicaciones.

Ondansetrón oral: una opción eficaz y segura

Diversos estudios clínicos han demostrado que una dosis única de ondansetrón oral puede:

  • Reducir el número de episodios de vómito.
  • Aumentar la tolerancia a la hidratación oral.
  • Disminuir la necesidad de terapia intravenosa o de hospitalización.

Ventajas:

  • Mejora la eficacia de la rehidratación oral.
  • Permite el manejo ambulatorio en muchos casos.
  • Bien tolerado, con pocos efectos adversos cuando se usa de manera puntual.

 Dosis recomendada:

  • Niños (6 meses a 12 años): la dosis depende del peso:
    • <15 kg: 2 mg
    • 15–30 kg: 4 mg
    • 30 kg: 8 mg
  • Adultos: 4 a 8 mg por vía oral cada 8 horas según necesidad

Seguridad y consideraciones generales

Si bien los antieméticos pueden ofrecer un alivio significativo, no están exentos de posibles efectos secundarios. Algunos pueden causar somnolencia, mareos o alteraciones leves del ritmo cardíaco. Por eso, su uso debe ser supervisado por un profesional de salud, especialmente en niños pequeños, personas mayores o pacientes con enfermedades preexistentes.

Además, su efecto es sintomático: no eliminan la causa de la infección ni sustituyen la hidratación oral. Por tanto, siempre deben considerarse como un complemento dentro del tratamiento integral de la gastroenteritis.

Uso diferenciado según grupo etario

En niños

La gastroenteritis es una de las enfermedades más frecuentes en la infancia y una de las principales causas de visitas a los servicios de urgencia. Los niños son especialmente vulnerables a la deshidratación, debido a su menor reserva hídrica y mayor frecuencia de vómitos en comparación con los adultos.

Cuando el vómito impide que los pequeños ingieran líquidos por vía oral, el uso de un antiemético puede ser de gran ayuda. Su objetivo es controlar el vómito temporalmente para permitir la hidratación. Los fármacos más seguros y comúnmente usados en pediatría son aquellos con bajo riesgo de efectos secundarios y que pueden administrarse por vía oral. En la mayoría de los casos, una sola dosis es suficiente para lograr tolerancia al líquido y evitar la necesidad de tratamiento intravenoso o internación.

Aun así, los antieméticos no deben utilizarse en todos los niños con gastroenteritis. Su empleo se reserva para situaciones donde los vómitos son persistentes, interfieren con la hidratación o producen un deterioro en el estado general del menor. Además, su administración debe ser vigilada por profesionales de la salud para evitar efectos adversos innecesarios.

En adultos

En personas adultas, la gastroenteritis suele tener un curso más leve y autolimitado. Sin embargo, en quienes presentan náuseas intensas o vómitos frecuentes, los antieméticos se convierten en un recurso útil para recuperar el bienestar general, reiniciar la alimentación y evitar la deshidratación.

Los adultos suelen tolerar mejor este tipo de medicamentos, y la elección del antiemético puede adaptarse según el contexto: si el paciente requiere mantenerse activo, se prefiere un medicamento que no cause somnolencia; si, en cambio, las náuseas afectan el descanso, se puede optar por aquellos con efectos más sedantes. También se valora la historia clínica del paciente, ya que ciertas condiciones, como problemas cardíacos o neurológicos, pueden influir en la elección del fármaco.

En líneas generales, el tratamiento en adultos es más flexible, aunque siempre debe ser complementado con una buena hidratación y alimentación progresiva.

Consideraciones especiales

Adultos mayores

Las personas mayores constituyen un grupo de riesgo frente a la gastroenteritis. El deterioro natural del sistema inmune, la coexistencia de enfermedades crónicas y una menor capacidad de adaptación fisiológica aumentan la probabilidad de complicaciones.

En este grupo, los antieméticos deben utilizarse con precaución. Algunos pueden inducir confusión, alteraciones del equilibrio o problemas cardíacos, especialmente si el paciente ya consume otros medicamentos. Por eso, se priorizan aquellos con menor riesgo de interacción y efectos adversos.

Además, en los adultos mayores, el monitoreo clínico debe ser más riguroso, asegurando que la hidratación se mantenga adecuada y que no existan signos de descompensación, como debilidad extrema, presión arterial baja o disminución del estado de conciencia.

Mujeres embarazadas

Las náuseas y vómitos durante el embarazo son frecuentes, aunque en el caso de gastroenteritis, se deben distinguir de los síntomas propios de la gestación. El uso de antieméticos en mujeres embarazadas debe ser cuidadosamente evaluado, considerando el riesgo-beneficio tanto para la madre como para el feto.

Existen medicamentos considerados seguros durante el embarazo, especialmente durante el primer trimestre, aunque siempre deben utilizarse bajo supervisión médica. En general, se busca aliviar los síntomas lo suficiente como para permitir la hidratación oral y evitar la hospitalización, sin recurrir a medicamentos innecesarios.

Medidas complementarias al tratamiento

Rehidratación oral

El objetivo principal del tratamiento de la gastroenteritis es reponer las pérdidas de líquidos y electrolitos. Los antieméticos no reemplazan este proceso, sino que lo facilitan. Una vez que los vómitos han disminuido, es fundamental reintroducir líquidos en pequeñas cantidades y de forma frecuente.

Se recomiendan soluciones de rehidratación oral, ya que tienen la concentración adecuada de sales y azúcares. Evitar bebidas azucaradas o carbonatadas es clave, ya que pueden empeorar la diarrea o generar malestar abdominal adicional.

Alimentación progresiva

Cuando el vómito cede, se puede retomar la alimentación de manera gradual. Comenzar con alimentos blandos, bajos en grasa y de fácil digestión es una buena estrategia para no irritar el sistema digestivo. A medida que el paciente se recupera, se van reincorporando los alimentos habituales según la tolerancia individual.

Higiene y prevención

Prevenir nuevos episodios o evitar la propagación del virus también es parte del tratamiento. El lavado frecuente de manos, la desinfección de superficies y la manipulación adecuada de alimentos son medidas básicas pero esenciales para cortar la cadena de transmisión, especialmente en entornos donde conviven niños o personas vulnerables.

¿Cuándo evitar los antieméticos?

Aunque útiles en muchos casos, los antieméticos no siempre están indicados. Existen situaciones en las que su uso puede ser contraproducente o incluso peligroso:

  • En presencia de vómitos con sangre o de color verdoso persistente.
  • Cuando hay signos de obstrucción intestinal o abdomen muy doloroso e inflamado.
  • Si el paciente tiene trastornos neurológicos agudos o alteración del estado de conciencia.
  • En bebés muy pequeños o con bajo peso, donde el uso de medicamentos debe ser extremadamente cuidadoso.

Ante cualquiera de estos signos de alarma, lo más indicado es una valoración médica inmediata. El tratamiento sintomático no debe retrasar el diagnóstico y manejo de condiciones más graves.

¿Qué sucede si no se tratan los vómitos adecuadamente?

Ignorar los síntomas persistentes de vómito en un cuadro de gastroenteritis puede desencadenar una serie de complicaciones, especialmente cuando el cuerpo pierde líquidos y electrolitos más rápido de lo que puede reponerlos. Uno de los riesgos más comunes es la deshidratación, que puede manifestarse con boca seca, orina escasa, debilidad general, confusión o mareos.

En casos más graves, la pérdida prolongada de líquidos puede alterar el equilibrio ácido-base del organismo, afectar la función renal y comprometer la circulación sanguínea. Por eso, la identificación oportuna del momento en el que es necesario intervenir con medicamentos antieméticos puede marcar la diferencia entre un cuadro leve manejado en casa y una situación que requiera hospitalización.

Además, los vómitos continuos dificultan la alimentación y el descanso, lo cual puede debilitar al paciente y prolongar el proceso de recuperación. En niños pequeños, esta situación puede escalar más rápido debido a su menor capacidad de reserva, lo que justifica aún más la vigilancia y el tratamiento sintomático temprano cuando está indicado.

Importancia del monitoreo y del entorno durante la recuperación

Durante el proceso de recuperación de una gastroenteritis, el entorno inmediato del paciente cumple un papel esencial. Más allá de la administración puntual de medicamentos, es fundamental llevar un seguimiento cercano de los síntomas, registrar cualquier cambio significativo y actuar ante señales de alerta. Este monitoreo permite detectar si el tratamiento está siendo efectivo o si es necesario ajustar el abordaje.

El acompañamiento en este contexto no requiere conocimientos médicos avanzados, pero sí una actitud atenta y responsable. Observar si el paciente mantiene la hidratación, si tolera los alimentos gradualmente o si los vómitos reaparecen con intensidad, son elementos que orientan las decisiones clínicas posteriores.

Además, el entorno debe facilitar condiciones adecuadas para la recuperación: espacios limpios, buena ventilación, acceso a líquidos seguros y reposo suficiente. En casos donde haya más personas conviviendo en el mismo espacio, mantener las normas básicas de higiene es clave para evitar contagios, especialmente cuando se trata de una gastroenteritis viral.

Este tipo de cuidado no reemplaza la consulta médica, pero puede marcar una diferencia en el desenlace del cuadro clínico. Saber cuándo buscar orientación profesional —por ejemplo, si los síntomas se intensifican, si aparecen signos de deshidratación o si el malestar persiste por varios días— es parte de una recuperación segura y eficiente.

Conclusión

La gastroenteritis es una afección común, pero no por eso debe subestimarse. El manejo adecuado de sus síntomas, particularmente las náuseas y vómitos, permite una recuperación más rápida, segura y confortable. Los antieméticos cumplen un rol útil en este contexto, especialmente cuando se administran con criterio y bajo supervisión profesional.

Sin embargo, su uso no debe desviar la atención de lo fundamental: una hidratación efectiva, el seguimiento de la evolución clínica y la prevención de la transmisión. Cada paciente es diferente, y el tratamiento debe adaptarse a sus necesidades particulares. Por eso, ante cualquier duda, es preferible acudir a un profesional de salud que pueda orientar el abordaje de manera segura y eficaz.

El equilibrio entre el alivio de los síntomas y el respeto por los procesos naturales del cuerpo es la clave para una buena recuperación. Y en ese punto, tanto el conocimiento como la prudencia son las mejores herramientas con las que contamos.

Fuentes:

  1. https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1139-76322022000400002
  2. https://www.elsevier.es/es-revista-revista-medica-clinica-las-condes-202-articulo-etiologia-manejo-gastroenteritis-aguda-infecciosa-S071686401470063X
  3. https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0304541216000354
  4. https://medlineplus.gov/spanish/ency/patientinstructions/000068.htm
  5. https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/000252.htm
  6. https://www.niddk.nih.gov/health-information/informacion-de-la-salud/enfermedades-digestivas/gastroenteritis-viral/tratamiento
  7. https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC6768985/
  8. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK532303/