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Combatir la anemia, un imperativo contra la malnutrición

Una persona anémica es aquella que tiene una menor cantidad de glóbulos rojos de lo normal. Los eritrocitos, que así también se les llama, contienen hemoglobina, proteína que da a la sangre su color rojo y es responsable de llevar oxígeno desde los pulmones al resto del organismo. El cuerpo necesita hierro para producirla, por lo que sin una cantidad suficiente de este mineral se producen menos glóbulos rojos, y por ende menos hemoglobina, lo cual provoca la anemia.

Usualmente la anemia mejora con un tratamiento con suplementos de hierro y una alimentación adecuada.​

Según el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre de los Estados Unidos, las tres causas principales de anemia son: pérdida de sangre, no producir glóbulos rojos y destrucción de estos a gran velocidad. Algunos trastornos que pueden ser motivo de anemia son los períodos menstruales muy abundantes, embarazo, úlceras, pólipos o cáncer del colon, trastornos hereditarios, dieta que no contiene o es insuficiente en hierro, ácido fólico y vitamina B 12, entre otros.

Se diagnostica generalmente a través de un examen físico y de sangre y el tratamiento indicado para superarla dependerá del tipo de anemia que se sufra. La anemia infantil, por ejemplo, ocasiona en quienes la padecen no pocos problemas de salud, a los que hay que ponerles atención de inmediato. Generalmente se trata con una dieta destinada a aumentar el consumo de alimentos ricos en hierro, como la carne, y a incrementar su absorción combinándola con frutas ricas en vitamina C, necesaria para que el hierro se absorba mejor.

La anemia puede causar que el niño luzca pálido y se sienta irritable, cansado o débil. Aunque estos síntomas son preocupantes, es por lo general fácil de tratar, especialmente si se detecta temprano. Lo que sí es imperativo es que los padres o responsables estén enterados de las medidas que pueden tomar para prevenirla y así atajar su aparición.

Cuando la anemia es severa

La Academia Americana de Pediatras (AAP, por sus siglas en inglés), destaca que la anemia también se presenta cuando el organismo destruye una cantidad apreciable de glóbulos rojos por una enfermedad subyacente, como la anemia por células falsiformes. Así se denomina al grupo de trastornos hereditarios en los que las células mueren antes de tiempo, lo que propicia una escasez de glóbulos rojos saludables y puede obstruir la irrigación sanguínea y causar dolor y fatiga. Si bien el tratamiento puede ayudar, esta condición no tiene cura. El tratamiento incluye medicamentos, transfusiones de sangre y, con menos frecuencia, trasplante de médula ósea.

Cuando el grado de anemia es severo, los glóbulos rojos y la hemoglobina no serán suficientes para transportar el oxígeno necesario al resto del cuerpo. Si los órganos del cuerpo no tienen suficiente oxígeno se pueden infartar. Y en las mujeres embarazadas, sus bebés pueden nacer pequeños y de bajo peso.

Cuando la anemia se debe a un sangrado importante, la pérdida de sangre, si no se detiene a tiempo, puede llevar a la muerte.

Existen muchas formas de anemia, cada una con su propia causa. Puede ser temporal o prolongada y variar de leve a grave. En la mayoría de los casos tiene más de una causa. Casi todas las células sanguíneas, incluidos los glóbulos rojos, se producen regularmente en la médula ósea, un material esponjoso que se encuentra dentro de las cavidades de muchos de los huesos grandes. Para producir hemoglobina y glóbulos rojos, el cuerpo necesita también, además de hierro, vitamina B-12, ácido fólico y otros nutrientes presentes en los alimentos que hay que consumir, entre ellos, pescado, carnes rojas, carne de aves, huevos, leche y otros productos lácteos.

Síntomas

Los signos y síntomas de la anemia varían de acuerdo al origen y la gravedad de la misma. También es posible, según las causas, que sea asintomática; es decir, que haya carencia de síntomas.

Especialistas de la Clínica Mayo establecen que los signos y síntomas, si se presentan, podrían incluir:

  • Fatiga
  • Debilidad
  • Piel pálida o amarillenta
  • Latidos del corazón irregulares
  • Dificultad para respirar
  • Mareos o aturdimiento
  • Dolor en el pecho
  • Manos y pies fríos
  • Dolores de cabeza

Aunque al principio de su aparición la anemia puede ser tan leve que no se note, hay que destacar que los síntomas empeoran a medida que se agrava la enfermedad.

Cuando consultar al médico

Aunque estar fatigado no es sinónimo de anemia,se recomienda consultar a un especialista cuando alguien se sienta agotado o cansado, sobre todo si no existen razones aparentes para ello.

Cuando van a donar sangre, algunas personas se enteran de que su hemoglobina es baja, lo que indica anemia. Y si le informan que no puede donarla porque posee un nivel de hemoglobina en esta condición, lo recomendable es pedir una cita con el médico para despejar la causa.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico inicial es aparentemente sencillo y es producto de un análisis rutinario, o por otros motivos. Surge cuando se detecta una disminución de los niveles de hemoglobina o de glóbulos rojos.

Sin embargo, los análisis no sólo permiten el diagnóstico de anemia, sino que, a través del examen de una serie de características de esos hematíes, tales como su tamaño o la concentración de hemoglobina que contienen, se pueden conocer muchos datos que permiten iniciar el proceso diagnóstico, según el tipo de anemia que se trate.

El estudio completo, una vez detectada la anemia, permitirá ampliar el estudio analítico, examinar una extensión de sangre periférica y, en algunos casos, realizar un aspirado o una biopsia de la médula ósea.

La anemia más peligrosa

Una condición particularmente severa es la denominada anemia aplásica. Ocurre cuando el cuerpo deja de producir la cantidad necesaria de células sanguíneas nuevas. La afección hace que se sienta fatiga y aumenta la propensión a infecciones y sangrados descontrolados. Es una dolencia rara y grave, que puede desarrollarse a cualquier edad. Puede ocurrir repentinamente, o aparecer lentamente y empeorar con el tiempo. Su tratamiento suele incluir medicamentos, transfusiones sanguíneas o un trasplante de células madres, también conocido como trasplante de médula ósea.

Reducir la anemia, objetivo de la OMS

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la anemia y sus consecuencias como un tema sensible. Así lo establece en un documento emitido en febrero en 2020, donde imparte una serie de orientaciones al respecto:

“Reducir la anemia es uno de los objetivos de nuestras actividades para erradicar todas las formas de malnutrición -sostiene la OMS-. Ahora bien, los progresos han sido limitados y sigue habiendo 614 millones de mujeres y 280 millones de niños en todo el mundo afectados por este problema (…). Las nuevas directrices también tratan la detección temprana de la sobrecarga de hierro (acumulación de hierro en el organismo), consecuencia por lo general de trastornos como la hemocromatosis hereditaria, la talasemia, transfusiones de sangre repetidas u otras afecciones que afectan a la absorción o regulación del hierro y que también pueden llevar al deterioro de la salud si no se tratan.

Conocer mejor la prevalencia y distribución de la carencia de hierro y el riesgo de sobrecarga en la población, ayuda a los países a elegir intervenciones adecuadas y a supervisar y evaluar los efectos y la seguridad de los programas de salud pública. Por ejemplo, la carencia nutricional de hierro se observa habitualmente en poblaciones que también padecen enfermedades infecciosas. La evaluación exacta del estado del hierro en países con enfermedades infecciosas puede ayudar a establecer políticas de salud adecuadas.

Las directrices de la OMS tienen por objeto ayudar a los Estados miembros y sus asociados a tomar decisiones de base científica sobre las medidas pertinentes en sus esfuerzos por reducir la carencia de hierro y mejorar la salud y la calidad de vida de las personas y las poblaciones.

“El hierro -prosigue el documento de la OMS- es un elemento esencial con funciones importantes, como el transporte de oxígeno, la síntesis del ADN y el metabolismo muscular. La carencia de hierro es la principal causa de la anemia, la deficiencia nutricional más prevalente en todo el mundo: afecta al 33% de las mujeres no embarazadas, al 40% de las embarazadas y al 42% de los niños”.

“En los adultos, la carencia de hierro también puede conllevar efectos negativos, como fatiga, menor rendimiento físico y descenso de la productividad laboral, además de afectar a las actividades sociales”.

Anemia ferropédica

Es la variedad más frecuente de la anemia. Esta anemia se desarrolla lentamente después de agotar las reservas de hierro que, en general, son más amplias en el varón que en la mujer.

La pérdida de sangre, en general, puede deberse a la menstruación y, en personas mayores, a sangrado gastrointestinal debido a algunos tipos de cáncer, uso de ácido acetilsalicílico y antiinflamatorios no esteroideos.

La absorción deficiente de hierro puede ser debida igualmente a enfermedades, a cirugías gástricas o al uso de ciertos medicamentos.

La deficiencia de hierro es la causa más frecuente de anemia en el niño, especialmente en edad preescolar y entre los 6 y 24 meses de edad. El recién nacido tiene reservas de hierro hasta los 4-6 meses, debido al aporte de hierro materno intrauterino. El hierro de la madre se aporta al bebé durante el tercer trimestre del embarazo, por lo que los bebés prematuros pueden desarrollar anemia ferropénica. A partir de los 6 meses, el aporte de hierro dependerá únicamente de la dieta.

La cantidad de hierro en el organismo es un equilibrio entre el aporte externo y las demandas fisiológicas. Hay etapas vitales claves, en las que es posible que se requiera un suministro extra de hierro: durante el primer año de vida, en la adolescencia para ambos sexos, durante el embarazo y en bebés prematuros.

Los síntomas de la anemia ferropénica tardan en manifestarse debido a su evolución crónica y a la compensación que ejerce el organismo al inicio. Los síntomas aparecen cuando el nivel de hemoglobina es muy bajo y son los siguientes:

  • Palidez marcada.
  • Sensación de cansancio continua e intolerancia al esfuerzo físico.
  • Irritabilidad.
  • Fragilidad y caída del cabello.
  • Fragilidad de las uñas.
  • Llagas en los labios.
  • Tendencia compulsiva a consumir regaliz, hielo o tierra.

Como ya mencionamos, la anemia se diagnostica mediante un análisis de sangre, con un hemograma para medir la cantidad de hemoglobina y el recuento y clasificación de todas las células sanguíneas. Se dice que hay anemia cuando la hemoglobina se encuentra por debajo de 12 g/dl en la mujer y 13 g/dl en el varón.

Para confirmar el diagnóstico, es preciso realizar un análisis del hierro en el organismo, que incluye nivel de hierro sérico, ferritina sérica, transferrina, capacidad de fijación del hierro en la sangre y examen de sangre oculta en heces.

La mejor prevención de la anemia ferropénica pasa por incluir hierro suficiente en la dieta o bien tomar suplementos, especialmente durante períodos especiales como es el embarazo y la lactancia.

Es preciso identificar la causa de la deficiencia de hierro, especialmente en personas mayores, y corregirla eficazmente. El tratamiento principal se basa en la administración de hierro, sea a través de la dieta o de suplementos. El objetivo es restaurar los parámetros hematológicos alterados, además de reponer los depósitos de hierro.

El tratamiento dietético es complementario y consiste en introducir alimentos ricos en hierro en la dieta, a ser posible de fácil absorción. El hierro contenido en alimentos de origen animal se absorbe mejor que el de origen vegetal.

Los suplementos de hierro se pueden tomar durante largos períodos para aumentar su nivel en sangre. En general, el preparado más usual es el sulfato ferroso. Para su mejor absorción, es recomendable tomarlo en ayunas, ya que muchos alimentos disminuyen su absorción hasta un 40-50% debido a la formación de complejos poco solubles.

Algunas sustancias, como el calcio, los fosfatos, los fitatos y los fenoles inhiben la absorción de hierro y otras, como la vitamina C, la facilitan.

Alimentos contra la anemia

Se puede prevenir algunos tipos de anemia por deficiencia de vitaminas a través de una dieta saludable y variada de alimentos. He aquí algunos de ellos:

  • Carne de res, hígado y pescado
  • Huevos
  • Alimentos fortificados, como los cereales para el desayuno
  • Leche, queso y yogur
  • Brócoli, espinaca, espárragos y frijoles
  • Naranja, limón, banana, fresa y melón
  • Productos de granos enriquecidos como pan, cereales, fideos y arroz
  • Hígado, riñones, levadura, hongos y maní

La mayoría de los adultos necesitan que su alimentación incluya estas cantidades diarias de las siguientes vitaminas:

  • Vitamina B-12: 2,4 microgramos (μg)
  • Folato o ácido fólico: 400 μg

Las mujeres embarazadas y en período de lactancia pueden necesitar más cantidad de cada vitamina, para lo cual deben consultar con un especialista.

La anemia, en cualquiera de sus formas, es un indicador de desnutrición y mala salud. Es un problema por sí mismo, pero también puede repercutir en otras condiciones, como retraso del crecimiento, peso bajo al nacer, sobrepeso y falta de energía, entre otros muchos. Por ello, es imperativo estar vigilantes para prevenirla o atacarla cuando aparece.